A la mujer siempre se nos asocia con las emociones, porque nosotras entendemos mucho de eso. No es que los hombres no las sientan, que por supuesto que sí, pero nosotras además de sentirlas las expresamos, las hablamos, las analizamos y vivimos pendientes de ellas, son una parte consustancial de nuestra existencia, en mayor medida que para los hombres. Además, es una de las pocas cosas que nos está ancestralmente permitido.
Nuestras lágrimas son un gran privilegio y nuestras aliadas, pues al hombre, de alguna manera, les han sido negadas socialmente. Ellos no han tenido derecho a llorar sus emociones, porque se les podía considerar endebles, débiles, sin entender que no son un signo de debilidad sino de sentimientos. Por algo nos diferenciamos del resto de seres vivientes.
Al menos, verter las lágrimas es uno de los pocos derechos que a las mujeres se nos ha otorgado siempre sin discusión y sin tener que manifestarnos para reivindicarlo. Hay un dicho que señala :"Lo que no se desahoga en lágrimas, nos come por dentro" y es cierto, pues lo que no se exterioriza, los sentimientos que no manifiesta el ser humano y se traga, sin duda alguna se vengará a través de la salud física y psíquica, de manera que, al menos en esto, las mujeres debemos estar orgullosas, tenemos un gran privilegio!.
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