Con este Blog pretendo estar más cerca, llegar a quien me permita aparecer en su ventana y ofrecer mi particular visión de esta profesión que es la abogacía, que tanto nos da y tanto nos quita.
Me estreno en esto de escribir en un Blog. La verdad es que hasta hace poco ni si quiera sabía para qué servía o qué era.
Después de meses, días y horas de estudio y navegación sin parar que hasta he tomado biodraminas, ya puedo decir que sé de qué va esto.
Por eso, y como no podía ser de otra manera, quiero que mi primer post vaya dedicado a "mi cliente". Sirvan estas líneas como pequeño homenaje a todos ellos.
A lo largo de mis 25 años ejerciendo como abogada, me he encontrado de todo. He vivido situaciones inverosímiles, a veces hasta esperpénticas, grotescas, extravagantes. Situaciones que me han hecho reir y a veces llorar. A veces injustas, inesperadas, decepcionantes.
Otras veces han sido situaciones agradables, de esas con cuyo resultado te sientes satisfecha, como persona y como profesional.
Y aquí sigo, luchando cada día por la justicia, por mi profesión, por mi desarrollo humano, por demostrar que querer es poder, por mi cliente.
Recuerdo que cuando empecé en mi despacho de la calle Águilas en Sevilla, allá por 1992, después de más de tres años de pasantía, ni si quiera todos teníamos ordenadores y no digamos internet. Recuerdo que fui de las primeras de mi generación en usar teléfono móvil y que me daba vergüenza usarlo en público. Era un trasto enorme, con antena, y la gente me miraba por la calle cuando hablaba y si sonaba en el autobús, no digamos.
Hace unos días, revisando expedientes antiguos en el despacho, comprobé que muchos clientes de los iniciales ya no estaban con nosotros, habían fallecido y los añoré, recordé sus rostros, sus nombres, sus problemas y lo que, en su día, hice para ayudarlos. Qué mayor me sentí.
Otros clientes llegaron, vieron y se fueron. Hicieron uso del "busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo", y por lo que se vé, lo encontraron. Y clientes que, a día de hoy, siguen conmigo y me preguntan y me llaman incluso para cosas personales, y me han convertido en su "abogada de cabecera".
Pero en esta profesión hay de todo y así como el mundo cambia, la gente cambia, las profesiones cambian y yo también he cambiado.
Mi cliente, ese que me ha llevado a ser lo que soy hoy. Una abogada, una profesional firme, metódica, intransigente cuando el asunto lo requiere, flexible en su caso, y sobre todo formada, estudiosa, amante de la profesión, constante y tenaz.
A todos ellos, GRACIAS, pues tanto me han dado y tanto me han enseñado y de todo y todos he tratado de aprender, sacando de cada situación una lección de vida.
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